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Otra Europa es posible

¿Hacia un invierno nuclear económico en Europa?

Jueves 29 de enero de 2015   |   Bernard Cassen
Lecture .

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Taparse los oídos y ponerse una venda en los ojos: esa es la política de negación de la realidad que practica la Unión Europea (UE) ante la crisis. En especial en el seno de la zona euro. Una política se juzga no por sus intenciones, sino por sus resultados. Y esos resultados son catastróficos: la zona euro está al borde de la recesión y la deuda pública no deja de aumentar en varios países, cuando se suponía que las medidas de austeridad exigidas por Angela Merkel y aplicadas por la Comisión Europea la harían disminuir. Todo ello al precio de un sufrimiento popular que se va generalizando debido al desmantelamiento progresivo, y a veces brutal, de las herramientas de protección social. El contexto internacional, en primer término el derrumbe financiero de Rusia, sólo puede exacerbar esta espiral recesiva. 

En consecuencia, no es realmente sorprendente que los gobiernos europeos fanáticos de la “competitividad”, que tratan de ser a cuál más liberal, ignoren a los cientos de miles de manifestantes que, en estas últimas semanas, salieron a las calles en Bélgica, Italia, España, Grecia y Portugal para rechazar la amarga poción impuesta por Bruselas. Sorprende más, en cambio, que esos gobiernos no escuchen a sus ideólogos habituales –el FMI y la OCDE– que les advierten del peligro y les suplican que dejen de estar obsesionados por la deuda, y cambien de política. La situación es lo suficientemente grave para que la Biblia de la City, el diario británico Financial Times, tome abiertamente partido por las fuerzas políticas europeas anti-austeridad. 

El título del artículo publicado el 24 de noviembre pasado por Wolfgang Münchau, uno de los editorialistas estrella del FT, es por sí solo una pequeña bomba: “La izquierda radical tiene razón respecto a la deuda de Europa”. He aquí algunas líneas significativas: “Supongamos que usted comparte el consenso global sobre lo que debería hacer la eurozona en lo inmediato. Concretamente, usted desea ver mayores inversiones públicas y la reestructura de la deuda. Ahora hágase la siguiente pregunta: ¿si usted fuera ciudadano de un país de la eurozona, qué partido político apoyaría para lograrlo? Probablemente le sorprendería constatar que las opciones no son muchas. En Alemania el único grupo político cercano a esta propuesta es Die Linke, los ex comunistas. En Grecia sería Syriza y en España sería Podemos, que salió de la nada y se encuentra a la cabeza en las encuestas”. 

Más adelante, Münchau denuncia “el sentimiento de resignación con que los partidos del establishment, de centro izquierda y centro derecha, están permitiendo que Europa se deslice hacia el equivalente económico de un invierno nuclear”. Y concluye: “Es particularmente trágico que los partidos de la izquierda radical sean los únicos que apoyan políticas de estricto sentido común, como la reestructuración de la deuda”. 

Imperturbables, Angela Merkel y los Gobiernos sobre los que ejerce su tutela, la Comisión y la funesta “troika” siguen ignorando esas advertencias. Peor aún, Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión y el Comisario francés Pierre Moscovici, intervienen abiertamente en la política interior de Grecia para alertar a los electores contra Syriza. Encerrada en su propio autismo, la máquina europea nos recuerda cada vez más al Titanic…





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