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Euro: la responsabilidad de Alemania

Jueves 15 de abril de 2010   |   Bernard Cassen
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Y si el país que plantea más problemas a la zona euro no fuese Grecia, sino Alemania? Esta pregunta le podrá quizá resultar sorprendente a Berlín donde se considera que, además de Grecia, son España, Portugal y en breve Italia –el “Club Med” como los llaman con condescendencia– los que ponen en peligro la moneda única europea.

Pero se puede invertir la perspectiva y apuntar la responsabilidad histórica de Alemania en la crisis profunda que afecta a la zona euro. Imponer, mediante el tratado de Maastricht (1992), una política monetaria idéntica a economías nacionales profundamente disímiles constituyó un desafío al sentido común (1). Además, el canciller Helmut Kohl, exigió que esa política fuera la del Bundesbank, trasplantada a escala europea y puesta en práctica por el Banco Central Europeo (BCE): euro fuerte, fobia a la inflación y a los déficits públicos.

Había que pagar un precio, exigido por el empresariado alemán, él mismo a su vez sostenido por los sucesivos Gobiernos, para mantener la competitividad de la “fábrica Alemania”: aumento de la edad de jubilación, rebaja de las indemnizaciones por desempleo, degradación de la protección social, compresión salarial... De ese modo, entre 2000 y 2008, el coste salarial unitario en Alemania bajó un 1,4% anual en promedio, mientras aumentaba un 0,8% en Francia y un 0,7% en el Reino Unido.

Hoy, en Alemania, la demanda interna es más débil que en sus países socios, y tiene un enorme excedente comercial (80 mil millones de euros en 2009). El Gobierno de Angela Merkel se halla atrapado en un dilema: o bien, para tratar de salvar la zona euro –y contradiciendo sus principios– contribuye a reflotar las finanzas de Grecia (y ulteriormente las de España y Portugal), y cesa entonces de invocar el respeto a los criterios de Maastricht y al Pacto de estabilidad en términos de endeudamiento y de déficit públicos; o bien, con la ayuda de la Comisión y del BCE, les impone a esos países su propio modelo de política económica, con la consecuencia, para ellos, de una caída adicional del consumo y de la inversión... y por ende, de las importaciones de productos alemanes. Cerca de la mitad de los excedentes comerciales de Alemania resultan de las exportaciones hacia el resto de la zona euro (2). 

Si no existiera el euro, los países del “Club Med”, y sin duda otros, habrían hecho devaluaciones competitivas de sus monedas con relación al marco (como, de hecho, lo ha realizado la libra esterlina que ha perdido 30% de su valor con respecto al euro en los tres últimos años). Pero el euro existe y prohíbe tales ajustes... En esas condiciones, escenarios que habrían parecido fantasiosos hace poco son ahora teóricamente posibles.

El primero de ellos es la explosión de la zona euro: a causa de la salida de los países del “Club Med”, o de la de otros Estados en situación comparable, los cuales podrían eventualmente reconstituir entre ellos una nueva zona monetaria; o a causa de la salida de... Alemania. El segundo escenario sería un cambio radical de la política desarrollada por Berlín: continuación de los planes de reactivación, aumento de salarios y prioridad a la demanda interna en detrimento de las exportaciones. El Financial Times resume perfectamente la filosofía de este eventual cambio de frente: “Alemania debe volverse menos alemana si quiere que la zona euro lo sea aún más” (3) 

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Notas :

(1) Véase Bernard Cassen, “Grecia, el euro y el lastre de los tratados”, Le Monde diplomatique en español, marzo de 2010.

(2) Financial Times, 25 de febrero de 2010.

(3) Financial Times, 10 de marzo de 2010.





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