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AMERICA LATINA DA EL EJEMPLO

El SUCRE contra el FMI

Viernes 2 de enero de 2009   |   Bernard Cassen
Lecture .

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Mientras la montaña mediática en torno a la Cumbre del G-20 daba a luz un ratón liberal, la prensa internacional permanecía muda sobre otra Cumbre que puede convertirse en un acontecimiento histórico: la puesta en marcha en América Latina de una estructura monetaria regional para quebrar el monopolio del Fondo Monetario Internacional (FMI). Los dirigentes de los seis países miembros de la “Alternativa Bolivariana para los pueblos de nuestra América” (ALBA), a los que se unió Ecuador, decidieron dotarse de una moneda virtual o unidad de cuenta común. Esta moneda llevará el nombre de Sistema Unitario de Compensación Regional o SUCRE.

Los dirigentes políticos mundiales se hallan visiblemente desconcertados ante la aceleración de la crisis sistémica del capitalismo. Apenas toman una decisión, ésta se ve inmediatamente superada por los acontecimientos. Todo el mundo ha tomado conciencia de que los planes de rescate financieros, económicos e industriales puestos en marcha en las metrópolis del neoliberalismo –es decir los países del G-7 (transformado en G-8 por la incorporación de Rusia)– no son más que episodios de un folletín: después del Plan 1, vendrá el 2 y luego el 3, etc.

En la Cumbre del G-20 en Washington, el pasado 15 de noviembre, no hubo sin embargo sensación de urgencia. Pese a la enorme propaganda mediática en torno a esa Cumbre. Solo se decidió allí programar un nuevo encuentro antes de abril de 2009 en Londres. Pero antes, el 31 de marzo próximo, los ministros de Finanzas de la veintena de Gobiernos involucrados deberán lanzar “acciones inmediatas” en cinco sectores identificados en el comunicado final como “principios comunes”: fortalecer la transparencia y la responsabilidad; favorecer una sana regulación; promover la integridad de los mercados financieros; reforzar la cooperación internacional entre instancias de regulación; y reformar las instituciones financieras internacionales. Sólo el enorme escándalo desatado a mediados de diciembre de 2008, por la gigantesca estafa de Bernard Madoff que se tragó unos 37.000 millones de euros pertenecientes a ricos inversores (privados e institucionales) sin que la Security and Exchange Commission (SEC), el “gendarme” de la Bolsa estadounidense, lo notara, muestra la envergadura de la tarea. ¿Habrá suficiente voluntad política para llevarla a cabo?

Sobre todo si, como explica el economista francés Jacques Sapir, los cinco principios antes citados “van acompañados por una proclamación de adhesión a la liberalización financiera y un rechazo a toda clase de medidas proteccionistas. Dado que estas dos liberalizaciones han sido las que condujeron a las prácticas que se trata de reglamentar y que están en las bases de la crisis actual, la contradicción entre los anunciados principios de reforma y el compromiso de mantener las políticas de liberalización es tan evidente que los mercados financieros, lejos de regocijarse el pasado lunes 17 de diciembre, se estancaron o acentuaron su bajada”.

Mientras la montaña mediática del G-20 daba a luz un ratoncillo liberal, la prensa internacional permanecía muda sobre otra Cumbre que sin embargo puede convertirse en un acontecimiento histórico: la puesta en marcha en América Latina de una estructura monetaria regional, en total ruptura con la lógica de las instituciones de Bretton Woods, que quebrará el monopolio del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Vale la pena recordar que para detener la gran crisis financiera de 1997 en Asia oriental, Japón propuso crear un Fondo Monetario Asiático destinado a inyectar liquidez en los circuitos financieros de los países afectados, lo que habría permitido limitar los alcances del “tsunami” y evitar su propagación a Rusia y luego a Brasil. Pero en aquel momento el Gobierno estadounidense y el FMI hicieron abortar esa iniciativa.

Lo que Tokio no pudo en su momento llevar a cabo, un pequeño grupo de Estados caribeños, centro y sudamericanos, lo están concretando yendo aún mucho más lejos: reunidos en Caracas, el 26 de noviembre pasado, los dirigentes de los seis países (1) miembros de la “Alternativa bolivariana para los pueblos de nuestra América” (ALBA), a los que se unió Ecuador, no sólo han decidido crear un Fondo de estabilización y de reserva que les protegerá colectivamente (2), sino también dotarse de una unidad de cuenta común combinada con una cámara de compensación de pagos para todas las transacciones comerciales, intra y extrazonales. Esta unidad de cuenta común y la cámara llevarán el nombre de Sistema Unitario de Compensación regional o SUCRE (3).

Este dispositivo se asemeja mucho a los mecanismos de la Unión europea de pagos que, de 1950 a 1958, aseguraron una completa estabilidad en los cambios entre los 18 países miembros. También se inspira en los del Sistema Monetario Europeo (SME) y su elemento central: el ECU (European Currency Unit) antecesor del Euro. Como el ECU, el SUCRE será únicamente, al menos de momento, una unidad de cuenta y de valor, no una moneda con su instituto emisor y sus piezas y billetes.

Esta iniciativa plantea ciertos problemas técnicos (4) y deberá concretarse a principios de 2009, pero constituye un enorme desafío para el FMI. La declaración final de la reunión de Caracas critica en efecto: “Un sistema financiero internacional que ha promovido la libre circulación de los capitales y el dominio de la lógica financiera especulativa en detrimento de la satisfacción de las necesidades de los pueblos”. Sin nombrarlo directamente tampoco escatima aludir al G-20: los signatarios denuncian “la ausencia de propuestas creíbles y vigorosas para hacer frente a los devastadores efectos de la crisis financiera”.

La creación del SUCRE se inscribe en una lógica geopolítica: poner fin a la hegemonía del FMI –cuya disolución pide el presidente venezolano Hugo Chávez– e inclusive de los EEUU y su billete verde en la búsqueda de un mundo multipolar, el aspecto monetario incluido. La declaración sostiene “la firme convicción de que el espacio regional es el espacio privilegiado para dar respuestas inmediatas y efectivas” a la crisis, con vistas a la creación de un “espacio liberado de las ineficientes instituciones financieras globales y del monopolio del dólar como moneda de cambio y de reserva” y “para avanzar en la creación de una moneda común, el SUCRE”.

El SUCRE no plantea ningún problema financiero: por hablar sólo de Venezuela, este país dispone de reservas de cambio de 68 500 millones de euros. Por otra parte, su sola existencia tendrá un efecto disuasorio sobre la especulación.

Esta voluntad de construcción y de solidaridad regional, especialmente en materia monetaria, se puso igualmente de manifiesto, dos semanas más tarde en la Cumbre del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) (5) realizada en San Pedro Sula (Honduras), el 5 de diciembre de 2008. Como dos de los Estados promotores del SUCRE, Honduras y Nicaragua, son también miembros del SICA, ellos informaron sobre la iniciativa consensuada en Caracas y se invitó al presidente ecuatoriano Rafael Correa a realizar un recorrido por América Central para explicarla. El SICA también tomó una iniciativa en el mismo sentido que la del SUCRE con la cual podría converger en cierto plazo. Los presidentes reunidos en Honduras solicitaron en efecto que sea estudiada “la puesta en marcha de una cámara de compensación centroamericana y también la creación de una moneda centroamericana”. Es decir un dispositivo semejante al SUCRE, aunque la significación de “moneda centroamericana” que figura en el comunicado final carece de precisiones. ¿Se tratará de una unidad de cuenta como el ECU, de una moneda común o de una moneda única, como el Euro? A menos que se trate de un proceso evolutivo.

El SUCRE es una iniciativa abierta a todos los países del hemisferio, pero no se trata de remodelar su arquitectura en función de los deseos de alguno de los Estados que quisieran adoptarlo. Su arquitectura tiene una coherencia que sería difícil de modificar sin destruirla. Y en tal sentido la experiencia del Banco del Sur no es estimulante, en la medida en que su creación está decidida pero su puesta en marcha se está haciendo esperar por las dilaciones de Brasil. En este aspecto como en otros, el Gobierno de Lula parece atrapado en una contradicción.

Por una parte desea, como se vio en la reciente Cumbre de Sauípe (6), una integración regional latinoamericana en la cual gracias a su propio peso, jugaría el papel principal, frente a Washington. Esto debiera conducirlo a unirse al SUCRE y a alentar a los Estados del Cono Sur a hacerlo igualmente. Dicha ampliación modificaría los equilibrios en el seno del Sistema, algo que los actuales miembros, y en primer lugar el presidente Chávez, están perfectamente dispuestos a aceptar, pero a partir del principio “un Estado, un voto” cualquiera que sea el aporte financiero de unos y otros al Fondo de estabilización y de reserva.

Por otra parte, aun después de la primera elección de Lula en octubre de 2002, Brasil ha seguido jugando la carta de la “respetabilidad” política frente a Washington y al FMI, especialmente en lo referente al pago de su deuda externa. Esta “respetabilidad” coronada por su pertenencia al G-20, se vería afectada si se adhiriera a las tesis antiliberales contenidas en el documento fundador del SUCRE. Dado que además los miembros del SUCRE y los del SICA no reconocen la legitimidad del G-20 en cuanto a su pretensión de resolver los asuntos monetarios mundiales y reclaman en tal sentido una concertación en el marco de las Naciones Unidas.

Durante la visita del presidente ruso, Medvédev, el 27 de noviembre de 2008, a Caracas, al día siguiente de la reunión del ALBA, se planteó la eventual incorporación de Rusia al ALBA en calidad de observadora como se hizo anteriormente con Irán. Rusia aspira asimismo a crear una zona rublo que podría dotarse de mecanismos de cooperación con la zona ALBA ampliada. En Asia, el proyecto abortado de 1997 también podría revitalizarse. Parece que la multipolaridad monetaria está en marcha...

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Notas:

(1) Bolivia, Cuba, Dominica, Honduras, Nicaragua y Venezuela.

(2) Por el momento por razones de procedimientos de decisión, Dominica solo tendrá el estatuto de observadora.

(3) Del nombre de Antonio José de Sucre (1795-1830), teniente de Simón Bolívar y vencedor de la batalla de Ayacucho (1824) que aseguró la independencia de las colonias españolas de América del Sur.

(4) Entre los primeros países que decidieron el lanzamiento del SUCRE, uno, Ecuador tiene como moneda nacional el dólar y otro, Cuba, tiene una moneda no convertible.

(5) El SICA comprende 7 Estados miembros (Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá) un Estado asociado (República Dominicana) y tres observadores (España, México y Taiwán).

(6) Reunidos en Sauípe (Brasil), el 17 de diciembre de 2008, los países latinoamericanos y del Caribe decidieron crear una organización permanente en el seno de la cual se fundirán el actual Grupo de Río y la recién creada Cumbre de América Latina y del Caribe para la Integración y el Desarrollo (CALC).





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