Para explicar la emergencia y la afirmación de los gobiernos progresistas(1) en Amércia Latina desde la primera elección de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela en el año 1998, hay que calibrar el papel que han jugado los movimientos sociales en esta región durante estos veinte últimos años.
Estos movimientos tienen unas historias, unas bases sociales y reivindicativas y de anclaje en los territorios rurales o urbanos muy diferentes. Pero sin embargo, son capaces de movilizarse colectivamente alrededor de objetivos comunes, especialmente cuando un proyecto político gubernamental, supranacional o económico (estrategia de una multinacional, por ejemplo) amenaza a los sectores que representan.
Es posible identificar algunas familias estructurales en el seno de esta nebulosa de organizaciones locales, regionales o nacionales en las que la historia común se ha forjado en las resistencias a las oligarquías y a las políticas neoliberales desde hace una treintena de años: los movimientos indígenas (muy activos en particular en los países andinos); los movimientos y sindicatos campesinos (presentes en el conjunto del sub-continente y en el que los movimientos de trabajadores rurales sin tierra del Brasil (MST) es el más emblemático y el más poderoso); los movimientos de mujeres; los sindicatos obreros y de la función pública; los movimientos de jóvenes estudiantes; las asociaciones medioambientales.
Estos movimientos han contribuido de varias maneras a la ola de victorias que ha conducido a América Latina hacia la única región del mundo gobernada mayoritariamente por el centro izquierda y la izquierda desde hace más de diez años. Por un lado, por sus poderosas movilizaciones -a veces casi insurrecciones como en Argentina, en Bolivia o en Ecuador a comienzos de 2000- contra los regímenes políticos, los partidos y las oligarquías económicas. Por otro lado, por la formulación de reivindicaciones y de proposiciones posibles de inspirar o definir los programas de los candidatos progresistas. Y esto, en particular, en el dominio de la refundición de reglas de la vida democrática. Y por último, al proporcionar bases sociales organizadas durante las campañas electorales.
En ciertos casos, los movimientos sociales han impulsado la formación de partidos o han contribuido en ellos en gran medida: en Bolivia, con el Movimiento Al Socialismo (MAS), en Ecuador, donde la creación de la coalición Alianza PAIS se ha beneficiado de un fuerte apoyo de los movimientos indígenas comprometidos contra los gobiernos anteriores, en Brasil dónde han participado en la fundación del Partido de los trabajadores (PT).
Una dinámica progresista
Todos los gobiernos progresistas latinoamericanos convergen hoy en día alrededor de unos objetivos políticos y geopolíticos comunes que integran varias preocupaciones centrales de los movimientos sociales (2): rechazo del neoliberalismo; refundición de la soberanía popular y nacional a través de los procesos de elección de asambleas constituyentes y/o el desarrollo de formas de democracia participativa o de implicación popular (las “revoluciones ciudadanas” en la terminología ecuatoriana); reconocimiento, en este marco, de los derechos de los pueblos indígenas, recuperación de los recursos naturales y energéticos (con, en algunos casos, procesos de nacionalización); puesta en marcha de programas sociales de envergadura en los dominios de la sanidad, la educación, de la lucha contra la pobreza, emancipación de las instituciones financieras internacionales (FMI, Banco Mundial, etc) y en lo referente a los Estados Unidos; desarrollo de nuevas formas de integración regional inéditas ( Alianza boliviana para los pueblos de nuestra América- Tratado de Comercio de los Pueblos -ALBA-TCP-, Unión de naciones sudamericanas -UNASAR-, Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños – CELAC-).
Conviene señalar que estos objetivos no se acompañan de un replanteamiento de la economía de mercado y se inscriben en el marco de integración de la región sudamericana en la economía capitalista mundial.
Las recientes victorias de Ollanta Humala en las elecciones presidenciales del Perú (junio), de Cristina Fernández en Argentina, el 23 de octubre o el mismo Daniel Ortega el 6 de noviembre ( en la que la acción es, sin embargo objetivo de debate en el seno de los movimientos sociales) confirman la continuidad de esta dinámica política.
En 2012, Venezuela será sometida por un escrutinio presidencial (7 de octubre de 2012) donde lo que está en juego es crucial para el devenir de la izquierda latinoamericana, mientra que Hugo Chávez se enfrenta a las consecuencias de un cáncer.
1990-2005: neoliberalismo y convertencias de resistencias
Los movimientos sociales entre los más activos y los más emblemáticos del periodo actual forjan su historia en los años de luchas contra las dictaduras (3). Estas dominaron la región entre los años sesenta y finales de los ochenta, y en ciertos países de América central como Guatemala hasta los años noventa.
En América Latina, las décadas de los ochenta y de los noventa se han correspondido con el fin del ciclo de las dictaduras y de los golpes de estado y con la imposición progresiva (mitad de los años ochenta y durante los años noventa), del poder sistemático del neoliberalismo en todos los países por las clases políticas locales (tanto conservadoras como socialdemócratas), el FMI y el Banco Mundial (planes de ajustamiento estructural). La región se ha convertido de esta manera en el laboratorio del neoliberalismo mundial.
Estos programas basados en la liberalización y la privatización de todos los sectores de actividad, en la reducción de la esfera en la sociedad, en la apertura de economías a las empresas multinacionales han desembocado por todas partes en la explosión de la pobreza, desigualdades sociales, corrupción de los sistemas y de las personalidades políticas y la exclusión de sectores enteros de población de la población de la ciudadanía (en particular, las comunidades indígenas).
Han producido un ascenso y una radicalización de la resistencias sociales, desde los movimientos organizados y reivindicativos, pero también una dinámica de convergencia y de coordinación progresiva de estos últimos al ascenso de un subcontinente formado por un patrimonio histórico, lingüístico y cultural común.
Es a propósito de las conmemoraciones oficiales del “Quinto centenario del reencuentro entre dos mundos”, en 1992 cuando se empieza a calibrar esta nueva visibilidad. En efecto, los festejos oficiales promovidos por los gobiernos de América Latina y de Europa se ven contestados por una campaña continental organizada por los movimientos sociales. Esta última tiene como objetivo celebrar por todo el continente y en el mismo tiempo, “500 años de resistencia Indígena, Negra y popular”. Estas movilizaciones, iniciadas por las organizaciones campesinas e indígenas andinas y el MST, han permitido el nacimiento, en cada país y a nivel regional, de las coordinaciones perennes indígenas, Negras, campesinas, de mujeres, de movimientos de jóvenes, de sindicatos, etc. Y esto, en un contexto marcado por la caída del muro de Berlín, el hundimiento de la ideología comunista y la ofensiva generalizada del neoliberalismo.
Desde 1994, las nuevas dinámicas se desarrollan a partir de la adquisición de las movilizaciones de 1992. Entre ellas, se puede señalar la aparición del “Grito de los excluidos” (por el trabajo, la justicia y la vida). Este iniciativa adquiere la forma de una de las primeras coordinaciones continentales de “redes de movimientos de organizaciones populares presentes en diversos países latinoamericanos y caribeños”.
Ese mismo año nace en México el movimiento de insurrección zapatista. Este último se levanta contra la entrada en vigor en Canadá, los Estados Unidos y México, del Acuerdo de libre comercio norteamericano (Alena)
Por su parte, la Coordinación latinoamericana de las organizaciones rurales (CLOC) (4) se fundó por 84 organizaciones provenientes de 18 países y se unió a la red internacional de La vía campesina (5).
Se asiste, pues a las impresionantes marchas de los cocaleros (productores de la hoja de caca) en Bolivia, de los indígenas en Ecuador, de los campesinos del Brasil, de Panamá, de Guatemala por la reforma agraria, etc.
Este poderoso ascenso de los movimientos sociales supera en los último años de la década de los noventa, una nueva etapa con el proyecto Área de libre comercio de las Américas (ALCA) impulsada por los Estados Unidos.
Apoyándose en la existencia de ALENA, estos últimos imaginan, atendiendo a la lógica, que se unirán los países del hemisferio. Es en la Cumbre de las Amércias de Miami en 1994 cuando el calendario de discusiones entre los 34 países concernientes se detiene. Se trata de constituir una nueva área de libre mercado y de libertad comercial en vías de abrir un mercado de 800 millones de habitantes. “Promover la prosperidad con las bases de la integración económica y del libre mercado” según los términos de la declaración final.
Este proyecto que favorece las privatizaciones, las liberalizaciones, la reducción del papel del Estado en la actividad económica, la explotación de los recursos naturales, etc, suscita inmediatamente un fuerte rechazo por parte de los sindicatos y de los movimientos sociales. Estos últimos se organizan cuando las negociaciones tienen previstas su comienzo en 1998.
En abril de 1997 se crea la Alianza Social Continental (ASC) en Belo Horizonte (Brasil). Esta coordinación va a reagrupar a los movimientos sociales de 35 países de américa y del Caribe para luchar contra el proyecto de ALCA que pretende someter a los dogmas neoliberales los sectores de la agricultura, los servicios, los mercados públicos, las inversiones, la propiedad intelectual.
Entre 1998 y 2005, la ASC va a organizar tres “Cumbres de pueblos de las Américas” haciendo frente a las Cumbres de las Américas de los jefes de Estado y de gobiernos (6). Cada uno permite movilizar los movimientos sociales, ONG, sindicatos de todo el continente y de cualquier sector, en el marco de adopción de “Declaración” de proposiciones, reivindicaciones y una agenda común de movilizaciones contra las políticas amenazadas por los gobiernos latinoamericanos y los proyectos hegemónicos de los Estados Unidos.
La combinación de tres factores va a permitir hacer fracasar las negociaciones. A comienzos de los años 2000, varias victorias sociales y/o políticas determinantes se obtienen en los marcos nacionales(7). En el mismo tiempo tiene lugar el ascenso regional e internacional, un proceso único de convergencias y de coordinación de luchas sociales y políticas. Se trata del Forum Social Mundial en el que la primera edición tiene tiene lugar en Porto Alegre en Brasil en 2001(8). Finalmente, los primeros gobiernos progresistas salen de la unión de estas movilizaciones populares y reivindicativas entrando en escena en Argentina, en Bolivia, en Brasil y en Venezuela.
El acuerdo finalmente fracasó en 2005 en Mar del Plata en Argentina (4º cumbre de las Amérucas) cuando Hugo Chávez y Evo Morales se unieron a los movimientos sociales, con el apoyo de los países del Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay) para rechazar el acuerdo propuesto por Geroge W. Bush.
Entre las coaliciones de las organizaciones movilizadas por el ASC, se puede citar: Common Frontiers (Canadá), la Red mexicana de acción frente al libre-comercio (Méjico)la Red colombiana de acción frente al libre comercio (Colombia), Las coordinadoras indígenas de Ecuador (Ecuarunari), de Perú (Conacami), los sindicatos de Perú (Conferencia general de trabajadores, Conferencia national agraria), de Argentina (Central de Trabajadores), la CLOC, la Coordinación andinan de las organizaciones indígenas (CAOI), la red Jubilee South, Attac, el Grito de los excluídos, etc (9).
A estos últimos se añaden los actores claves de los movimientos sociales latinoamericanos; La vía campesina, el MTS, La Central única de trabajadores (presente en varios países), las Marcha mundial de mujeres, las ONG medioambientales, la Central obrera boliviana (sindicato COB), etc.
Estos procesos de coordinación y de articulación se encuentran entre otras dinámicas internacionales.La red bi-regional Enlazando alternativas se crea, pues en 2004. Reúne a los movimientos sociales de América Latina y de Europa comprometidas contra el libre cambio (especialmente por lo que concierne a las relaciones de la Unión Europea y los países de América Latina (10). Se puede igualmente citar el Forum social de las Américas que se ha celebrado en cuatro ocasiones.
2005-2011: cuestiones alrededor del modelo de desarrollo y de las relaciones movimientos/partidos/Estados
Los movimientos sociales de la primera década del siglo XXI han conservado una capacidad de movilización social y política significativa con la llegada al poder de gobiernos “amigos”. Por su parte, las redes permanecen activas en los niveles nacional, regional (aplicación progresiva de un Consejo de los movimientos sociales del ALBA (12) e internacional (Forums sociales, etc.).
A pesar de todo, ha habido contradicciones y tensiones en estos últimos años entre los actores sociales y políticos. El caso de los movimientos indígenas es esclarecedor. Estos últimos están hoy en día en el corazón de los vivos conflictos con los gobiernos de Bolivia o Ecuador especialmente.
En Bolivia, el presidente Evo Morales va a poner fin, el 24 de octubre, a una nueva confrontación con las comunidades indígenas amazónicas. Estos últimos rechazan el desarrollo de un proyecto de carretera que atraviesa el Parque Nacional Isiboro Secure (Tipnis) en el norte del país. Este conflicto, marcado en un primer momento por una fuerte presión por parte de las autoridades, ha dado lugar a espectaculares marchas y acciones indígenas contra el gobierno. Este último finalmente renuncia al proyecto inicial.
En Ecuador, varios sectores y dirigentes indígenas apoyaron la tentativa de un golpe de Estado organizado contra Rafael Correa en septiembre de 2010 para impugnarlo.
En el corazón de la controversia que opone a los moviemientos indígenas y a los gobiernos se encuentra la cuestión del modelo de desarrollo.
Para los defensores de la Pachamacha o el Buen vivir la primacía de los derechos de la Tierra-Madre, de la naturaleza y de las comunidades indígenas no es negociable. Desde su punto de vista, las autoridades públicas traicionan sus compromisos al introducir políticas cualificadas de “productivistas” y “extractivistas”. Las políticas de desarrollo de infraestructuras y explotaciones de los recursos mineros y energéticos para la financiación de políticas públicas de los Estados, etc, son aquí directamente refrendadas.
Hay que anotar que estas críticas no son solamente emitidas por los sectores indígenas, sino igualmente por la mayoría de las organizaciones campesinas y movimientos que luchan contra la destrucción de la ecología.
¿Cómo construir un interés general sobre la base de las reivindicaciones de los diversos sectores que constituyen la base electoral de los poderes nuevos en curso? Esto es uno de los desafíos impuestos a los gobiernos latinoamericanos en el nuevo periodo.
Otras dificultades surgen después de diez años de proceso. Las concernientes a la cuestión de la construcción de relaciones entre movimientos sociales y las fuerzas políticas que sostienen los gobiernos, y más precisamente los jefes de Estado, en el seno de los procesos en curso, especialmente en Bolivia, en Ecuador y en Venezuela. Y esto, mientras que la derecha se reorganiza y está a la ofensiva en numerosos países: golpe de Estado en Honduras en 2009, elección de Sebastián Peña en Chile y de Juan Manuel Santos en Colombia en 2010, progressión significativa de la derecha en las elecciones legislativas venezolanas en 2010, agitación en ecuador y en Bolivia en 2010-2011.
En cada uno de estos países, las configuraciones son diferentes. En Bolivia, Evo Morales ha sido puesto directamente en el poder por el MAS, una coalición de movimientos sociales y sindicales.
En Ecuador, Rafael Correa ha podido igualmente contar con el apoyo de los movimientos sociales, especialmente de ciertos sectores indígenas, en su fase de conquista del poder del Estado. Pero ha debido también sufrir una concurrencia y una oposición regular de otros sectores indígenas en el seno de la Confederación de las nacionalidades indígenas de Ecuador -CONAIE- y del movimiento Pachakutik) en el que varios dirigentes están históricamente unidos al antigua presidente Lucio Gutiérrez.
En Venezuela, Hugo Chávez ha precedido el impulso de un proceso de organización de movimientos sociales y la construcción aún en curso de un partido de la Revolución bolivariana el Partido socialista unido de Venezuela (PSUV).
Estas diferencias influyen en las dinámicas de las políticas y en la gestión de las contradicciones internas. Ellas imponen igualmente un límite en las comparaciones que se pueden hacer entre los diferentes procesos.
Así, la cuestión de la relación entre los movimientos sociales, los partidos, las instituciones y el Estado se basa en términos diferentes en cada experiencia.
Pero ella se impone en todos. ¿Cómo alternar los movimientos sociales y sus reivindicaciones políticas, económicas y sociales en la sociedad de las instituciones? ¿Cómo, al mismo tiempo, asegurarse la existencia de espacios avanzados en la toma de decisiones colectiva garantizando su autonomía?
Esta nueva problemática está presente hoy en día en el conjunto de procesos de transformación política y social de América latina.
NOTAS
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Los gobiernos tomados en cuenta en este artículo son en Argentina (Néstor Kirchner -2003-2007- y Cristina Fernández de Kirchner -2007-2011-2011-2015); Brasil (Luiz Inacio Lula da Silva -2002-2006 2006-2010- y Dilma Rousseff -2010-2014); El salvador (Mauricio Funes -2009-2014); Ecuador (Rafael Correa -2006-2009 -2009-2013); Nicaragua (Daniel Ortega -2006-2011 -2011-2016-); Paraguay (Fernando Lugo -2008-2013-); Perú (Ollanta Humala -2011-2016-); Uruguay (Tabaré Vázquez -2005-2010- y José Mújiva -2010-2015-); Venezuela (Hugo Chávez -1998-2000 -2000-20006 -2006-2012-)
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Para un análisis de acción y perspectiva de estos gobiernos en 2011 leer Bernar Cassen La Amérique latine se consolide á gauche
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Este es el caso, por ejemplo, del MST. La tradición de los movimientos populares en América latina se inscriben no obstante en una larga historia. Sobre esta cuestión, leer, en español, Mónica Bruckmann y Theotonio Do Sntos Los movimientos sociales en América latina; un balance histórico
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Para saber más: http://www.movimientos.org/cloc/acercade.php?Seccion=Acerca
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Creada en Bélgica en 1993, (http://viacampesina.org/en/) es una red internacional que promueve la soberanía alimentaria y la agricultura campesina. Se constituye, según sus promotores “de 150 organizaciones locales y nacionales distribuidos entre 70 países de África, Asia, Europa y las Américas, representa “200 millones de campesinos. La vía campesina es uno de las principaces actores de los Forums sociales mundiales y de las luchas altermundistas.
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Santiago de Chile/Chile (1998), Quebec/Canadá (2001), Mar de Plata/Argentina (2005) la ASC ha organizado otros eventos de envergdura continental en 2006 en Cochabamba (Bolivia), en Chile en 2007 y en Trinidad y Tobago en 2009 con la cuarta cumbre de los pueblos d ellas Américas (http://www.asc-hsa.org/).
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Guerras del agua (2000) y del gas (2003) en Bolivia seguidas de la elección de Evo Morales a la presidencia del país en 2005, elecciones de Hugo Chávez en Venezuela (1998/2000/2006), de Lula en Brasil (2002-2006) crisis de la deuda en Argentina (2001) la elección de Néstor Kirchner en 2003.
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Sobre la historia de estos procesos, se sus límites y sus perspectivas a la hora de la crisis sistemática del capitalismo leer Christophe Ventura Ten years after the first Worl Social Forum of Porto Alegre – Global tensions and altermondialisme. Artículo igualmente publicado en francés en la revista Contre Temps (número 11, 3º trimestre septiembre 2011).
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Para una lista completa y un reenvío a los sitios de organizaciones respectivas: http://www.asc-hsa.org/node/369
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Para sabe más: http://www.enlazandoalternativas.org/
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Para saber más: http://www.forosocialamericas.org/?lang=es
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Leer Douglas Estevam Vers la mise en place du conseil des mouvements sociaux de l`Alba