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Wirikuta: la lucha entre la ambición y lo sagrado

Martes 24 de enero de 2017   |   Elsa Mayra Jiménez Rios
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1. El carácter sagrado, ecológico y cultural de Wirikuta

Wirikuta, sitio sagrado wixarica, enclavado en el llamado Desierto Chihuahuense al norte de México, en el Estado de San Luís Potosí, aunque es llamado “desierto” de Wirikuta, en realidad no es un desierto, se trata de una tierra de una riqueza biológica y cultural inconmensurable.

La importancia ecológica de Wirikuta es evidente pero también lo es su importancia cultural que está íntimamente ligada a esta. Como uno de los sitios sagrados más importantes para los wixaricas, la conservación de Wirikuta es fundamental para la preservación de esta cultura milenaria, que ha permanecido más o menos intacta con el devenir de los años y que representa una riqueza cultural sin parangón en la historia nacional. El mundo como ellos los conciben, no está dado, se materializa a través de la invención colectiva, es un “sueño” de todos. El pueblo wixarica o huichol como comúnmente se le denomina, se caracteriza por su alto valor comunitario, para ellos, la comunidad es uno de sus pilares fundamentales, es la comunidad en todo caso, mucho más importante que el individuo, es por eso que al seguir “su camino” el Tayeiyeri cuyo objetivo es mantener el equilibrio del Universo, sólo puede realizarse en comunidad. Dentro de esta visión, Wirikuta cobra vida como uno de los lugares sagrados más importantes para los wixaricas. Wirikuta es el lugar dónde se “sueña el mundo para que exista”, es el lugar donde nace el sol y donde Tamatsi’Eka Teiwari, Dios del Viento, guiado por Tatewari el Abuelo Fuego, decidió construir el Universo a partir de un sueño revelador. A partir de esta fábula del génesis es que los wixaricas realizan una de las peregrinaciones más importantes, mediante el autosacrificio, inician su camino hacia el conocimiento universal rumbo a Wirikuta para convertirse en sabios creadores del mundo, en hikuris.

El hikuri o peyote aunque puede encontrarse en pequeñas cantidades en otros lugares, es en Wirikuta donde más comúnmente se da y desde el punto de vista wixarica es porque ahí es dónde el venado decidió convertirse en hikuri, por ello, además de la importante diversidad biológica existente en Wirikuta, la existencia del hikuri le da un valor adicional, en tanto que es parte fundamental del sustento de una de las culturas ancestrales vivas, más importantes en México.

2. El proyecto minero en Wirikuta y la lucha de un pueblo por reivindicar sus derechos naturales.

Wirikuta había permanecido más o menos en el anonimato del pensamiento colectivo mexicano. Antes de 2009 cuando surge el conflicto debido a las concesiones mineras otorgadas por el gobierno federal a la empresa minera canadiense First Majestic Silver, muchos mexicanos desconocían la existencia de este mágico lugar a pesar de su importancia histórica, cultural y ecológica, a pesar de que ya en 1994 se habían alzado las voces del pueblo wixarica a raíz de un proyecto carretero que atravesaría Wirikuta con las consecuencias ambientales que esto implicaría. Fue en ese año que gracias a la movilización de grupos wixaricas y organizaciones civiles, se logró parar dicho megaproyecto dando pie a que el Gobierno de San Luís Potosí reconociera la importancia cultural del lugar a través de un decreto emitido el 19 de septiembre del mismo año en el que se le da a Wirikuta el carácter de “Sitio de patrimonio histórico, cultural zona sujeta a conservación ecológica”.

En 1999, la UNESCO reconoce la importancia de Wirikuta, dándole el título de uno de los 14 sitios sagrados naturales del mundo y en 2001, el Gobierno Estatal de San Luís Potosí, le otorga la condición legal de “Sitio Sagrado Natural” con una superficie de 140 211.85 hectáreas comprendida en los municipios de Villa de la Paz , Charcas, Villa de Ramos, Catorce, Salinas de Hidalgo, Villa de Guadalupe y Matehuala.

El conflicto en Wirikuta sale a la luz pública en 2009, a raíz de la decisión del gobierno federal de otorgar 35 concesiones mineras a la empresa First Majestic Silver Corp para la extracción de plata en pleno territorio de Wirikuta, lo que representa una superficie aproximada de 6, 326.58 hectáreas del territorio sagrado. La minera canadiense pretendía extraer alrededor de 22 millones de onzas de plata mediante el método de explotación subterránea de tumbe relleno y el método de flotación que consiste en el uso de espumantes y otras sustancias tóxicas [1] cuyo vertimiento provocaría un grave e irreversible daño ambiental en Wirikuta, poniendo en riesgo la preservación de dicho santuario, a pesar de su condición de Reserva Natural y Sitio Sagrado. Ante esto el pueblo wixarica alza la voz por la defensa de uno de sus más importantes sitios sagrados al que se unen diversas organizaciones civiles y ambientalistas, activistas sociales, así como una gran cantidad de figuras públicas, entre actores, cantantes, intelectuales, etc. Fue así como en el 2010 surge el Frente en Defensa de Wirikuta como interlocutor reconocido por el pueblo wixarica para tratar el tema de la defensa de Wirikuta y representarlos ante los organismos públicos y privados inmiscuidos en el conflicto, así como para elaborar estrategias de lucha pacífica para la defensa de dicho lugar sacro. El Frente con la guía del consejo wixarica, comienza a realizar diversas acciones, desde pleitos legales para que sea reconocido el carácter de Sitio Sagrado Natural otorgado por el Gobierno de San Luis Potosí y su importancia ecológica y cultural, hasta la organización del Wirikuta Fest en 2012, concierto multitudinario donde participaron Molotov, Café Tacuba, Caifanes, Calle 13, Sonidero Mestizo entre otros reconocidos artistas y que tuvo el objetivo no sólo de llamar la atención sobre el conflicto en Wirikuta, sino de recaudar fondos para realizar proyectos de desarrollo alternativos en la región.

El conflicto en Wirikuta es sin embargo, más complejo de lo que se cree, pues en él convergen los intereses de diversos sectores sociales y económicos. Por un lado, se encuentran las empresas mineras dueñas de alrededor de 72 concesiones que abarcan aproximadamente un 70% de Wirikuta. Son cuatro los megaproyectos mineros en Wirikuta y la Sierra de Catorce que aunque momentáneamente han sido suspendidos gracias a la múltiples protestas, no han sido cancelados y pueden ser reactivados en cualquier momento:

  • Proyecto La Luz de la empresa canadiense First Majestic Silver y su subsidiaria minera Real Bonanza, S.A. de C.V.
  • Proyecto Universo a cargo de la compañía también canadiense Revolution Resources Corp.
  • Proyecto La Maroma del Grupo FRISCO de Carlos Slim; y
  • Proyecto El General de la empresa Quality Minerals, S.A. de C.V. y US Antimony de México, S.A. de C.V.

En el otro extremo, se encuentra el pueblo wixarica, apoyado por diversas organizaciones sociales y ecológicas, que se opone a la explotación minera de Wirikuta en tanto que, representa uno de sus sitios sagrados más significativos. Bajo una cosmovisión de armonía con el Universo, los pueblos wixaricas abogan por la preservación ecológica y cultural de la región.

En medio del conflicto, se encuentran los habitantes de Wirikuta [2] en su mayoría, campesinos, comerciantes y antiguos mineros que tienen que enfrentar condiciones de pobreza, debido a las aparentemente adversas, condiciones ambientales de la región que sin saberlo, han sido provocadas principalmente por la industria minera a la cual muchos de ellos apoyan, que durante siglos ha saqueado y sobreexplotado los recursos naturales de Wirikuta y la Sierra de Catorce.

El gobierno mexicano, desde la década de los ochentas ha venido realizando una serie de reformas y ajustes para dejar atrás la figura de Estado benefactor y abrirse de lleno a la política neoliberal y de libre mercado, obligado en parte por la cercanía geográfica con Estados Unidos, la potencia capitalista por excelencia.

Con el afán de conseguir la aprobación de sus socios del norte y de los países que conforman las OCDE, los gobiernos mexicanos han realizado diversos acuerdos y reformas “estructurales” de un corte liberal avasallante que ha puesto en peligro la integridad de la riqueza ecológica y cultural del país. No son casuales las reformas a la Ley Minera, la Reforma Energética, la Ley de Inversión Extranjera, la Reforma Laboral o las reformas constitucionales, en específico del Artículo 27 que daba a la nación poder absoluto sobre los recursos naturales en territorio nacional y que ahora establece la posibilidad de dar concesiones para la libre explotación de recursos estratégicos (minerales, hidrocarburos, recursos nucleares) a empresas privadas extranjeras, dándoles además protección y facilidades fiscales, económicas y legales para su labor de explotación.

Esta nueva política económica, ha dado pie al surgimiento de monopolios extranjeros, destrucción ambiental y el desplazamiento de las comunidades originales de sus territorios en pro de un “desarrollo nacional” que a todas luces es cuestionable. En específico, la industria minera ha resurgido con más fuerza en una especie de nuevo colonialismo, pues la mayoría de las concesiones trabajan con capital extranjero, gozando de grandes y ridículos privilegios en un país que se supone es una “república independiente”. Condonaciones presupuestaria, cobro de derechos irrisorios y apoyo legal por parte del gobierno, así como sendas inversiones gubernamentales en materia de infraestructura, son algunos de los factores por los cuales, estas industrias han multiplicado sus ganancias de manera exuberante sin que se hayan percibido beneficios reales para el país, más allá del empleo temporal y mal pagado de los mexicanos que laboran en las minas.

México es uno de los países con las políticas y legislaciones más beneficiosas para la industria minera extranjera, caracterizadas por un entreguismo inusual para un país independiente, ejemplo de ello es, que mientras que en otros países latinoamericanos e incluso africanos, las concesiones son menores a 25 años, en México las concesiones son de 50 años, prorrogables a otros 50 años más con el mínimo de requisitos, según la Ley Minera vigente, que también establece el principio positiva ficta, inexistente en el resto de las legislaciones mundiales, que consiste en que si en el plazo estipulado no hay respuesta gubernamental respecto a la concesión solicitada, esta es autorizada de forma automática. Otra característica de la Ley Minera es que prácticamente no hay necesidad de tener un estudio de impacto ambiental previo a la solicitud de concesión, esta se puede otorgar y ya en funcionamiento, puede presentar dicho estudio, además de que ya no son necesarios permisos diferenciados para la exploración y la explotación propiamente dicha, de minerales.

Los estímulos fiscales son también una parte fundamental para la industria minera. En México a diferencia de otros países, las empresas mineras no pagan al erario público impuestos sobre el valor del volumen de los minerales extraídos y que en teoría, son patrimonio de la nación, sino sólo pagan una ínfima cantidad por el tamaño de superficie de las concesiones que poseen, una cantidad que, por supuesto, no corresponde con el valor real de la tierra y los recursos que en ella se encuentran y mucho menos, contempla los costos ambientales, sociales, culturales y de salud pública derivados de la actividad extractiva altamente contaminante.

Cuotas de pago por concesión de parte de las empresas mineras [3]


Con una política económica prácticamente entreguista respecto a la industria minera, dicho sector aumento significativamente su poderío y ganancias económicas sin que esto se vea reflejado en un mayor bienestar nacional y mucho menos en una ganancia económica pues los derechos pagados por las empresas mineras aportan menos del 1% del ingreso nacional, representando según cifras de 2012 de la Secretaria de Hacienda y Crédito Público el 0.089% del PIB. Actualmente, poco más del 30% del territorio nacional se encuentra bajo concesión de explotación minera principalmente para la extracción de oro, plata, cobre y carbón, entre otros minerales, que son exportados a los países de origen de las trasnacionales y sus socios comerciales, es decir, que actualmente, la extracción de minerales no difiere tanto de la época colonial, se trata de un tipo de colonialismo legal, auspiciado por el mismo gobierno mexicano. Hoy en día, hay ausencia absoluta de mecanismos participativos, que permitan informar y consultar a los pueblos originarios y a la población en general sobre la viabilidad de las concesiones mineras en sus territorios, haciendo caso omiso a las voces que reclaman su derecho sobre la tierra y la preservación del medio ambiente y su cultura.

Ante este panorama, el pueblo wixarica y los habitantes de Wirikuta, al igual que muchas otras etnias y comunidades en el resto del país, no han sido tomados en cuenta respecto a las concesiones mineras en ese territorio, violentando sus derechos inalienables sobre la tierra y su patrimonio y desplazándolos de toda posibilidad de replica ante la fuerza rapaz de las empresas mineras.

El movimiento generado a raíz de la lucha por la preservación de Wirikuta, ha propiciado la búsqueda de alternativas de vida para las comunidades que habitan allí, alternativas que van más allá de la industria minera. Es así como diferentes actores, individuos y organizaciones, se han dado a la tarea de realizar proyectos comunitarios para reactivar la economía de la región y elevar la calidad de vida de sus habitantes, en respuesta a los argumentos de la industria minera que se considera a sí misma como la única alternativa viable de desarrollo en Wirikuta.

Sin armas, sin violencia, en condiciones desventajosas respecto al poder económico insoslayable de las compañías mineras y los poderes políticos que las apoyan, el movimiento por la defensa de Wirikuta ha logrado lo que pocos movimientos han logrado: poner en jaque, bajo el poder de los argumentos, a los dueños del capital, sentarlos en la mesa de negociaciones y lograr que sean suspendidas más no canceladas las concesiones mineras en Wirikuta. Una de las estrategias del movimiento ha sido la difusión de información sobre las consecuencias de la industria minera y los posibles efectos sobre la economía, el medio ambiente y la salud pública en la región, de esta forma, poco a poco se ha ganado el apoyo de quienes en un principio aplaudían la llegada de las minas a Wirikuta. Aunque ha sido importante la difusión, más importante ha sido la acción. Por parte de algunas organizaciones civiles como OFRENDA Restableciendo el Equilibrio, Colectivo Patas Verdes, Mazacalli y Organi-k A.C. entre otras, se han realizado proyectos sociales comunitarios, talleres de capacitación y voluntariados para la bioconstrucción y la difusión de métodos ecológicos para la producción de hortalizas, manejo adecuado de los recursos naturales, ahorro de energía, manejo y cuidado del agua, así como de la promoción de alternativas permaculturales, todo esto con el fin de demostrar que otra forma de vida más saludable, digna y en armonía con el medio ambiente puede ser posible, sin que esto comprometa el desarrollo económico de la región. Por su parte, la lucha legal por el respeto y preservación de Wirikuta, ha tenido como baluarte la reivindicación de los derechos naturales del pueblo wixarica sobre su sitio sagrado y con ello, la reivindicación del valor real de la naturaleza sobre el valor monetario en tanto que es el sustento de la vida.

El problema en Wirikuta es el reflejo del problema ecológico global, representa por sí mismo un ejemplo tácito de la crisis del sistema económico actual y la reacción de etnias y movimientos locales por su supervivencia ante un capitalismo depredador y rapaz que ha demostrado su ineficacia para resolver la paradoja de la pobreza y la desigualdad.




[1Chávez Tunuary, Cristian Chávez, et. al. Wirikuta y el Proyecto Minero de Real Bonanza, Frente en Defensa de Wirikuta Tamatsima Wa, Guadalajara, Jalisco, 2014, p. 19.

[2Los wixaricas nos son habitantes de Wirikuta, son los guardianes ancestrales del lugar, al cual visitan en sus peregrinaciones desde tiempos ancestrales.

[3De la Fuente López Aroa, La explotación de hidrocarburos y minerales en México: un análisis comparativo, Heinrich Böll Stiftung, México, Centroamérica y El Caribe, 2014, p. 19 http://mx.boell.org/sites/default/files/estudio_aroa_de_la_fuente.pdf

Elsa Mayra Jiménez Rios

Diplômée en relations internationales à l’Université nationale autonome du Mexique (UNAM) et en action politique à l’Université Franciso de Vitoria. Secrétaire générale de l’organisation écologiste « Organi-k A.C. » et coordinatrice de « Manos a la Tierra », elle est actuellement en charge du programme de volontariat de la première, à Wirikuta.



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