La capitulación de Europa frente a la presión geopolítica y económica estadounidense, el 27 de julio, marca un momento crucial.
De acuerdo con el analista internacional Ignacio Ramonet, este giro representa mucho más que una derrota aislada. Estos sucesos reflejan a una Europa debilitada, sin la unidad ni autonomía necesarias para enfrentar los retos globales actuales.