Cuando el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero llegó al gobierno en marzo de 2004, un solo tema ecológico dividía a los mayores partidos : el trasvase del Ebro. En otros temas, como el aumento de emisiones de dióxido de carbono más allá del límite que la Unión Europea nos había concedido bajo el protocolo de Kioto, o como la política del suelo (cuanto más urbanizable, mejor), no había mayores diferencias. El PSOE continuaba con la moratoria nuclear que la opinión pública había impuesto en 1980, pero empezaba a vacilar.
Dentro del PSOE, la ministra de Medio Ambiente Cristina Narbona se ganaba el aprecio de los ecologistas con sus (frustrados) intentos de reforma fiscal ambiental. Zapatero, por el contrario, junto con Pedro Solbes (1), boicoteó esa reforma fiscal (que podría haber ayudado a parar a tiempo el boom inmobiliario), impulsó ese “aquelarre” (como le llamó el economista José Manuel Naredo en 2004) que incluía asimismo desmesuradas infraestructuras de transporte, y acabó dando apoyo a la quema de carbón de sus amigos empresarios de León. Zapatero ha defendido, en general, los derechos humanos, es bastante feminista, pero no ha sido ecologista. Al revés.
El apoyo a la energía eólica y solar duró mientras hubo bonanza económica. Si las emisiones de CO2 han bajado en los últimos tres años, ha sido por la recesión junto con la penetración de la electricidad eólica.
Con la crisis económica del 2008, Zapatero no se apuntó al keynesianismo verde. ¿Recuerdan la ridícula Ley de Economía Sostenible ? Tan tonto fue el gobierno en 2008 y 2009 que hasta compraron créditos de carbono a Polonia, sin ver que por la reducción de la actividad económica vamos a cumplir nuestra promesa de solamente un 15% de aumento respecto a 1990 (en 2007, España pasaba del 50% de aumento). Pregunta : ¿es el cambio climático motivo de debate en estas elecciones ? ¿Estarán de acuerdo PSOE y PP en que España va bien en este punto ?
Zapatero, en 2004, inmediatamente retiró las tropas de Irak, como había prometido, y también anuló los planes para el trasvase del agua del Ebro.
Esos planes habían sido una constante de la política hidráulica, impulsados en la época de Felipe González (1982-1996) por el ministro José Borrell. Pero, por influencia de ecólogos y ecologistas, se impuso en la opinión pública el concepto de Nueva Cultura del Agua. Es lógico que los ríos lleven agua desde su nacimiento hasta la desembocadura. En el caso del Ebro, ya tan interrumpido por las represas del franquismo, debe llegar más agua con sedimentos al delta, que está retrocediendo. En segundo lugar, los agricultores y otros consumidores han de pagar más por el agua para cubrir los costes de una buena gestión ambiental sin que eso implique una privatización del agua. Pero, bajo Zapatero, no tuvo el PSOE ni una Nueva Cultura de la Energía, ni mucho menos una Nueva Cultura del Urbanismo y del Territorio.
En el escaso activo ambiental de los gobiernos de Zapatero está la moratoria nuclear (aunque en el pasivo esté la prolongación de los permisos de varias centrales nucleares). Está también la paralización del trasvase del Ebro pero sin que casi ninguna de las Comunidades Autónomas (ni las del PSOE ni las del PP) haya aprobado planes de gestión de cuenca en el calendario marcado por la Directiva Marco del Agua.
Además ha habido un alegre apoyo a las desaladoras (cada metro cúbico de agua cuesta unos 4 ó 5 kwh), dentro de la loca política de impulsar desmesuradas infraestructuras. Así, por azares meteorológicos, desde que se construyó la desaladora de Barcelona empezó a llover, y allí está la desaladora sin apenas funcionar. En la política de agua en Cataluña, la oposición al PSOE es aún peor, pues Convergencia i Unió (CiU) continúa soñando con los negocios de importación de agua del Ródano. No ha aprendido las lecciones de la Nueva Cultura del Agua.
En Europa, la socialdemocracia y los conservadores casi nunca se han inclinado hacia políticas ambientalistas por sí mismos. Hoy, sin embargo, muchos de ellos (pero no todos) son más ambientalistas que hace treinta años. El acicate ha sido triple. Los accidentes, el catastrophisme éclairé como lo llama Jean Pierre Dupuy (2) (Chernóbil, Fukushima, o las dioxinas de Seveso. En segundo lugar, la percepción social de que tal vez ya no vale la pena continuar creciendo económicamente a costa de causar el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, el agotamiento de la pesca... Argumentos como los del economista estadounidense Herman Daly, según el cual el crecimiento económico de hecho es “anti-económico” (en los países ricos al menos), han ido calando en la opinión publica. Y en tercer lugar, en Alemania y por ende en la política europea en su conjunto, la presencia creciente de los Verdes en los gobiernos regionales y hasta en el gobierno estatal. Su presencia ha ayudado a cambiar las agendas políticas.
Aunque no es único en Europa, el caso español es lamentable. El tapón que ha puesto Izquierda Unida, las peleas entre ecologistas, el ensimismamiento de los abertzales en su problema, incluso el aroma anarquista que el ecologismo ibérico exhalaba en los comienzos de la Transición en 1977, son factores explicativos. Lo hicimos mal. Algunos no querían un Partido Verde por añoranza de la disciplina del PC. Otros despreciaban a tal punto la politiquería electoral que no quisieron imitar a los Verdes europeos.
Un ecologista de primera hora, Josep Vicent Marqués (1943-2008), escribía en 1978 : “Sería exagerado comenzar con aquello de que un fantasma recorre Europa, digamos que un fantasma pequeñito recorre Europa en bicicleta. Es hijo de hippies, provos, ácratas y campesinos, pero tiene un aire de obrero cabreado por la contaminación del barrio. Este fantasma es el ecologismo y aún asusta relativamente poco a los grandes capitalistas”. En España, el fantasma pequeñito nunca llegó a asustar a la socialdemocracia, al PP o a la banca.
En sus inicios, el ecologismo español tuvo algunos éxitos en la protección territorial y además logró la moratoria nuclear. En Cataluña, los ecologistas fracasamos en este punto (tenemos 3.000 MW nucleares). En Valencia no lograron parar la central nuclear de Cofrents. Pero en Valdecaballeros, en Extremadura, se detuvo mediante la resistencia civil una central ya a medio construir. También en Lemóniz, en Euskadi, con violencia. No se ha construido ninguna otra central desde 1982. Veremos qué ocurre con un gobierno del PP, desbocadamente pro-nuclear. ¿Han cambiado su programa tras Fukushima ?
Actualmente, estaría bien que la iniciativa Equo (3), nacida del entorno de Juan López de Uralde, llegara a ocupar algún escaño. Él tiene prestigio merecido, hombre valiente como demostró en Copenhague en 2009 cuando denunció, en nombre de Greenpeace, la farsa de esa Cumbre climática.
Hay poco espacio electoral para los Verdes en España. A los post-comunistas les queda trecho por correr para ser Verdes de verdad, aunque eso ha ocurrido hace poco en Dinamarca. En estas elecciones del 20-N hay más bien escepticismo respecto del sistema político, ganas de gritar : “¡que se vayan todos !”. Muchos de quienes podrían votar verde, seguramente se abstengan. ¿Por qué no ?
El PP español tiene muchos rasgos antiguos, un presidente honorario como Don Manuel Fraga, ex ministro de Franco y ufano de ello. Un dirigente como José María Aznar, el anti-ecologista en jefe, amigo de Ruppert Murdoch, consejero de la depredadora empresa minera Barrick Gold.
El PP fue derrotado en 2004, entre otras causas, por su enfrentamiento con la Nueva Cultura del Agua. No aprendió mucho. Es un partido zafio. Si no hubiera sido por Europa, el PP nunca se hubiera mostrado de acuerdo con el tímido Protocolo de Kioto. El PP, en conjunto, se alinea con el irracionalismo y se ha convertido en negacionista del cambio climático.
¿Cuál será la política territorial y urbanística del PP ? Tras el enorme desaguisado que han hecho entre políticos corruptos, bancos, empresas constructoras y ciudadanos hipotecados incautos, de todos los partidos, hay ahora por vender (y con deudas encima), entre dos y tres millones de pisos y viviendas en España. Espectacular. Hay dramáticos desahucios. Ni el PP ni el PSOE se enfrentan a ese problema, que exigiría una Reforma Urbana para reunir a la gente sin vivienda con las viviendas sin gente. ¡Qué despilfarro económico, ecológico, social !
¿Se atreverá el PP, si gana, a preconizar otra vez el trasvase del Ebro ? El motivo principal del trasvase era el anunciado tsunami urbanizador de Valencia y Murcia, que ya se realizó, que ya se acabó y que ya se llevó por delante a una gran Caja de ahorros, pero no sería extraño que, si la mayoría parlamentaria del PP fuera suficiente, arremetiera contra la Nueva Cultura del Agua. Por principio.
Mientras tanto, el PSOE y el PP se atreven a anunciar que pronto llegará el bello día donde el sector de la construcción recobre el vuelo...
¿Cuál es la política del PP sobre la banca ? Idéntica a la del PSOE. Más salvatajes bancarios. Ninguno de los dos partidos se atreve a proponer una moratoria del pago de buena parte de las deudas. El PSOE no se atreve a atacar el poder de la banca en España, esa “Deudacracia” que nos gobierna.
Pero hemos de oponernos a una economía que crezca (falsamente) a base de deudas. Nunca más. Esa economía ha quemado combustibles fósiles, destrozado el territorio, contaminado nuestro propio país o los lugares desde donde importamos las materias primas. Quieren volver a las andadas.
Los temas ambientales no son temas sectoriales. Son centrales no sólo para la ecología sino para la economía y para el bienestar de las personas. La energía que consumimos, su origen, los daños que causa, su precio que no incluye esos costes ; el agua que gastamos, el territorio que ocupamos sacrificando paisajes y biodiversidad, los transportes que usamos, las viviendas, oficinas o fábricas donde pasamos buena parte de la vida y donde no imperan los criterios bioclimáticos, los productos agrícolas que consumimos, todo eso es la vida misma y es ecología y es economía
La publicidad para que consumamos más, es también un tema ambiental y no sólo por el papel que despilfarra. Los horarios de trabajo, el desempleo o la remuneración mediante una renta básica de ciudadanía, son temas económicos y también ambientales. ¿Es posible la prosperidad sin crecimiento ? se preguntó el profesor Tim Jackson en 2009 en un informe pedido por el partido laborista británico ¿Se imaginan a los economistas del PP y del PSOE discutiendo esta cuestión ?
El caso español es especial en tres aspectos : por la lamentable ausencia (por ahora) de un Partido Verde, que podría cambiar la agenda política ; por el anticuado anti-ecologismo del Partido Popular ; por el fracaso, dentro del PSOE, en imponer la ecología como tema económico central.
- Vicepresidente Segundo y Ministro de Economía y Hacienda (2004-2009).
- Pour un catastrophisme éclairé, Quand l’impossible est certain, Seuil, París, 2004.
- Léase el Manifiesto de Equo : www.equova.org/el-manifiesto/