Por VICENÇ NAVARRO y MARTA TUR.
Respectivamente, catedrático de Políticas Públicas, Universidad Pompeu Fabra, Barcelona, y Director del Observatorio Social de España (www.vnavarro.org) ; y Directora Técnica del Observatorio Social de España.
Para entender las desigualdades de renta en España tenemos que entender las desigualdades derivadas de las rentas del trabajo y las derivadas de las rentas del capital. Entre las primeras, la situación de los salarios y su variabilidad y dispersión son de una enorme importancia. Si miramos la media salarial, medida en euros estandarizados (euros homologables en su capacidad adquisitiva entre países de distinto nivel de riqueza), por trabajador, podemos ver que, en 2007, en España esa media salarial fue de 27.348 euros, en Grecia de 24.485 y en Portugal de 20.072, los tres países con la media salarial más baja de la Unión Europea de los Quince, UE-15 (el grupo de países de la UE que tienen semejante desarrollo económico). En cambio, la media salarial de Dinamarca fue de 36.184 euros, la del Reino Unido de 38.145 y la de Luxemburgo de 44.602, siendo estos países los que tenían (en 2007) la media salarial más alta (OCDE, 2011) (1).
Para poder entender el valor de tales cifras es necesario saber que tal indicador mide la media de los salarios de la gente que trabaja en el momento en que se calcula, sin tener en cuenta el nivel de desempleo (es decir, las personas que no trabajan y buscan empleo). Cuando se incluye este último, la media salarial en los países con gran desempleo, como es el caso de España, es mucho menor que la cifra citada anteriormente. De ahí que el nivel salarial para toda la población (ocupada y no ocupada) en España sea incluso más baja que la cifra citada anteriormente, la cual sólo cubre a la población ocupada. En ambos casos, los salarios españoles están entre los más bajos de la UE-15.
Otra observación que debe hacerse es que la media salarial no nos dice nada del grado de dispersión salarial que existe entre las personas que trabajan. De ahí la enorme importancia de ver esta desigualdad de salarios dentro de España y compararla con la existente en otros países de la UE-15. Una manera de constatar tal dispersión es observar el porcentaje de gente que trabaja con salarios que sólo son dos terceras partes de la media salarial. Es lo que se conoce como “bajos salarios”. Podemos ver que tal porcentaje en España fue, en 2007, un 17% ; o sea casi el mismo porcentaje que Grecia. Llama la atención que es un porcentaje menor al de otros países, como Alemania que tiene un porcentaje más elevado, un 20%, o Reino Unido, que también tiene un 20% de salarios bajos. Esa diferencia entre España y estos países se explica por varias razones. Una de ellas es que la media salarial española es ya muy baja y, por lo tanto, el porcentaje de salarios bajos respecto a la media de cada país es menor que en otros países como Alemania y Reino Unido, que tienen una media salarial mucho más elevada.
Otra causa de ese diferencial es que mucha gente que está desempleada en España, estaría ocupada con salarios bajos en aquellos países. Pero como los desempleados no se contabilizan como asalariados, vemos que España tiene un porcentaje menor de salarios bajos que en Alemania o Reino Unido. En realidad, Alemania ha intentado mantener a los trabajadores en sus puestos de trabajo (situación incluso más acentuada durante estos años de crisis) en lugar de despedirlos, y ello como consecuencia de la generalización del sistema de cogestión de las empresas (2).
Otro dato digno de mención es que mientras no hay mucha distancia entre la media salarial y los bajos salarios en España, sí que hay una gran distancia entre los salarios altos y los salarios bajos. De tal modo que, dividiendo las rentas salariales por decilas (décimas partes), se puede observar que los que están en la decila superior tienen unos salarios que son 3,46 veces mayores que los de la decila inferior. Lo cual constituye uno de los diferenciales más elevados de la UE-15. En Suecia, por ejemplo, este diferencial es sólo de 2,28 veces ; en Dinamarca de 2,73 veces ; y en Finlandia de 2,57 veces. En Alemania es de 3,35 veces y en Francia de 2,91 (3).
España también es el país en el que existe mayor diferencia entre los salarios altos y la media salarial (contando las veces que la decila superior salarial es mayor que el salario medio). Lo que caracteriza pues la situación en España es una media salarial muy baja con una dispersión salarial muy elevada, lo cual contrasta con los Estados nórdicos, cuya media salarial es más elevada que en España y cuya dispersión salarial es mucho más reducida.
Es importante subrayar este dato, pues parte del dogma neoliberal es que la dispersión salarial es una condición necesaria de eficiencia económica y elevada productividad. Los países nórdicos tienen salarios más altos, con menores desigualdades salariales, y sin embargo son los países que tienen y gozan de mayor eficiencia económica. Y una condición para que ello ocurra es que el porcentaje de salarios bajos en aquellos países sea muy bajo.
El excesivo número de salarios bajos en España se debe en parte a unos salarios mínimos muy bajos (junto con Grecia y Portugal). El salario mínimo de España es menos de la mitad que en países como Francia, Bélgica, Holanda o Reino Unido (4). Los países nórdicos, por cierto, no tienen salarios mínimos regulados por el Estado como los demás países citados, incluida España. El nivel salarial viene definido por los convenios colectivos (entre patronos y organizaciones sindicales), que son obligatorios para toda la fuerza laboral.
En España, economistas conservadores y neoliberales se han opuesto a la elevación del salario mínimo, proponiendo incluso su eliminación. Argumentan que la elevación de tal salario mínimo destruiría empleo. Los datos muestran, sin embargo, que Grecia, España y Portugal, cuyos salarios mínimos (en 2008, en Grecia era de 4,86 euros estandarizados por hora, en Portugal de 3,31 y en España de 4,07), son los más bajos de la UE-15, tienen también el mayor nivel de desempleo. Por otra parte Francia, Bélgica, Holanda y Reino Unido, poseen salarios mínimos que son más del doble de los de España (en Francia de 8,70 euros estandarizados por hora, en Bélgica de 8,23, en Holanda de 8,22 y en Reino Unido de 8,06) y sin embargo tienen un desempleo mucho menor que España.
En realidad, el crecimiento del salario mínimo tiene impacto en el nivel salarial de la mayoría de la población empleada, aumenta la capacidad adquisitiva de la población, crece la demanda, y el estímulo económico, el crecimiento económico y la producción de empleo. Una de las medidas más exitosas tomadas por el Presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt para salir de la Gran Depresión causada por la crisis de 1929 fue aumentar el poder de los sindicatos (para que crecieran los salarios) y aumentar así el salario mínimo.
En resumidas cuentas, en España los salarios son demasiado bajos y la dispersión salarial demasiado acentuada. Lo cual es causa (y síntoma a la vez) de ineficiencia económica. La consecuencia de tener estos bajos salarios es un enorme endeudamiento de las familias. Así el endeudamiento familiar en España es mucho más elevado (22% del PIB en 2004) que en la mayoría de países de la UE-15. Lo mismo ocurre en Grecia (18% del PIB). Entre 2004 y 2008, este endeudamiento en España subió sustancialmente, pasando del 22% del PIB al 32% (5). Como comparación, en el mismo periodo Alemania sólo pasó de 2,7% del PIB al 11%. El enorme endeudamiento privado en España y de los países del sur de Europa se debe, en gran parte, a su bajo nivel salarial.
Es importante, para analizar, en contraste, las rentas del capital mirar la evaluación de los beneficios de las empresas incluyendo los años de la crisis. En realidad, durante estos años se han exigido cambios muy sustanciales tanto en el mercado de trabajo como en la financiación del Estado del bienestar que han implicado recortes muy considerables tanto de los beneficios laborales como de los sociales. El Gobierno y el Congreso de los Diputados han adoptado tales medidas indicando que eran “necesarias” para salir de la crisis.
Pero, los mismos sacrificios no se han exigido al mundo de las grandes empresas. En realidad, aquellos sacrificios de la población laboral han repercutido favorablemente en los beneficios a los grupos empresariales más importantes de España y que marcan la pauta del desarrollo económico. Mirando las empresas del IBEX-35, vemos que durante el periodo de la crisis (2007-2010), periodo durante el cual el número de desempleados ha pasado de 1.800.000 en 2007 a más de 4.000.000 en 2010, sólo 3 empresas que componen el IBEX-35 han tenido pérdidas, lo cual supone sólo un 8,5% de las grandes empresas. Todas las demás, reportaron beneficios. Es más, de las 3 que indicaron pérdidas, dos tuvieron pérdidas sólo durante el primer año, mostrando una de las empresas, al año siguiente, beneficios de más de 900 millones de euros, y más de 2.000 millones de euros en el otro. Sólo la tercera empresa, ACERINOX, tuvo pérdidas dos años seguidos, consiguiendo obtener 123 millones de euros de beneficio en 2010 (6).
El centro del mundo empresarial no ha tenido pérdidas durante estos años de crisis. En realidad, no han estado en crisis. Los trabajadores, sin embargo, sí que lo han estado y continúan estándolo. De ahí que, la mera exigencia de justicia, debería impedir que una empresa que realiza beneficios disminuya la plantilla, añadiendo además que cualquier ventaja fiscal que recibieran (y todas ellas obtienen desgravaciones y subsidios fiscales) debieran estar condicionadas a la creación de empleo y al mejoramiento salarial de sus empleados o al establecimiento de un fondo en la empresa conjuntamente gestionado por los empleados y la dirección, con el fin crear empleo.
Esta legislación existe en muchos países europeos y debiera aplicarse también en España, donde el mundo de las grandes empresas tiene un excesivo poder a costa del mundo del trabajo. Todos estos datos muestran claramente que la crisis no ha afectado por igual a las rentas del trabajo y a las rentas del capital. Las segundas han mejorado a costa de las primeras.
(1) Fuente : OCDE. “Average annual wages”, 2011.
(2) Vicenç Navarro, “Lo que no se dice sobre el supuesto ‘milagro alemán’” en www.vnavarro.org
(3) OCDE, “Decile ratios of gross earnings”, 2011.
(4) OCDE, “Real hourly minimum wages”, 2011.
(5) Stockhammer, Engelbert. “Peripheral Europe’s Debt and German Wages. The Role of Wage Policy in the Euro Area”, Research on Money and Finance Discussion Papers, nº 29, 2011.
(6) Extraídos de los informes de las empresas publicados en la prensa
económica.