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¿Traición ?

jeudi 7 janvier 2016   |   Renaud Lambert
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“La idea de que el libre comercio beneficia siempre y a todos es una falacia o una ingenuidad más cercana a la religión que a la ciencia”. En 2006, Rafael Correa, por entonces candidato a la presidencia de Ecuador, no se andaba con rodeos : nunca iba firmar un tratado de libre comercio (TLC). Ocho años después, el 12 de diciembre de 2014, su gobierno firma uno con la Unión Europea. ¿Cambio de bando ? Quizás. Pero, ¿traición ?

En la noche del 31 de diciembre de 2014 expiraba el tratado que autorizaba a Quito a beneficiarse del Sistema de Preferencias Generalizadas (SPG+) de la Unión Europea. Este dispositivo de reducción de las barreras aduaneras se aplicaba a cerca de 6.500 productos, es decir, el 60% de la suma de las exportaciones de Ecuador hacia Europa (para un total de 2.500 millones de euros en 2013).

Entre estos productos, la banana, que representa el 30% de las ventas a Europa. Ahora bien, también figura entre las exportaciones de Colombia y de Perú. En 2012, los dos países firmaron con Bruselas un TLC que recortaba de una manera todavía más generosa que el SPG+ las barreras aduaneras a las que están sujetos. Una catástrofe para Ecuador, cuyas ventas de bananas al exterior retrocedieron un 25% en 2013. Un simple adelanto de lo que iba a venir, ya que el TLC prevé reducir progresivamente los derechos aplicables a las bananas colombianas y peruanas hasta llegar a un nivel mínimo de 75 euros por tonelada en 2020 (frente a 114 euros para Ecuador).

Entre sus convicciones y la banana, el presidente Correa se negó en principio a elegir. Mientras Bruselas le proponía firmar el mismo texto que Bogotá y Lima, intentó discutir los términos. Esfuerzo en vano : la Unión Europea se mostró tan poco dispuesta a negociar con él como con el primer ministro griego, Alexis Tsipras. El acuerdo era “o lo tomas o lo dejas”. Fuera el SPG+, a Quito “no le queda más opción que firmar el TLC –explicó uno de los responsables europeos a sus interlocutores ecuatorianos durante las negociaciones–. A menos que se decidan por el aislamiento” (El Diario, 8 de noviembre de 2014). En definitiva, hubo que elegir la banana.





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