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Nueve meses secuestrado en el Sahel

En las entrañas del yihadismo

samedi 10 septembre 2016   |   Enric Gonyalons
Lecture .

El autor de este testimonio, Enric Gonyalons, es uno de los tres cooperantes, junto a otra española y a una italiana, que fueron secuestrados, el 22 de octubre de 2011, cuando se hallaban prestando servicios en los campamentos de refugiados saharauis cerca de Tinduf (Argelia), por el grupo yihadista Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental (MUYAO), una rama escindida de la organización terrorista Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI).
Después de nueve meses de detención en diversos campamentos yihadistas por el norte de Malí, los tres cooperantes fueron liberados el 19 de julio de 2012. Esta es la primera vez que Enric Gonyalons habla en un órgano de prensa de su cautiverio y que analiza importantes aspectos –militares, religiosos, sociológicos– del grupo terrorista que lo secuestró.

Desgraciadamente, estoy en condiciones de poder explicar el funcionamiento y la actividad diaria de un grupo terrorista de corte yihadista en el Sahel : el Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental (MUYAO). Sin entrar en detalles referentes a lo personal, he valorado positivamente la posibilidad de compartir este conocimiento adquirido en primera línea durante los nueve meses que estuve secuestrado en el norte de Malí (del 22 de octubre de 2011 al 19 de julio de 2012), a través de mis propias observaciones y del trato diario con mis captores.

En octubre del año 2011, MUYAO se acababa de escindir de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y se dio a conocer al mundo a través de nuestro secuestro. De hecho, algunos de sus miembros se presentaron como AQMI, pues aún no eran conscientes de la escisión. Sin embargo, a lo largo de mi cautiverio pude constatar cómo las bases de esta organización terrorista iban adquiriendo conciencia de que eran un grupo independiente de AQMI, aunque consideraban que todos eran “muyahidines” y, por tanto, que tenían los mismos objetivos. Aunque por otro lado, en lo que parecía ser una especie de competición entre grupos yihadistas, les gustaba alardear sobre acciones que ­AQMI nunca se había atrevido a ejecutar, como por ejemplo, ser capaces de entrar en los campamentos de refugiados saharauis en Argelia y secuestrarnos.

Por lo que se refiere al organigrama interno de MUYAO, aunque desde mi posición nunca tuve una visión completa, a partir de los primeros días de mi secuestro pude intuir que había dos jefes : Ahmed el Tilemsi, al que conocía simplemente como “Ahmed”, y el Sultán Ould Badi, al que conocía como “Abu Ali”. Aparentemente tenían el mismo rango, pero con el paso del tiempo comprendí que estaban un escalón por debajo del verdadero líder de la organización, Hamada Ould Mohamed Kheirou, al que conocí el mismo día de nuestra liberación.

Aparte de los líderes de MUYAO, también había una serie de cabecillas de segundo rango, que ejercían de enlace entre la cúpula y las bases, puesto que mantenían una comunicación constante con los líderes de la organización a través de teléfonos vía satélite. Entre otras funciones, realizaban visitas periódicas a los campamentos en los que nos encontrábamos para supervisar el funcionamiento de los mismos, traer comida, gasolina y armamento, velar por nuestras condiciones y distribuir las tareas de nuestros cancerberos, los cuales podían variar en número, según el momento y la circunstancia, entre un mínimo de unos diez y un máximo de cuarenta guardianes.

En definitiva, estos cabecillas menores eran las únicas personas de cierto poder a las que teníamos acceso regular, dado que los líderes solo aparecían en situaciones muy específicas. Asimismo, durante mis nueve meses de secuestro, comprobé que existía cierta promoción interna, visto que algunos de los militantes de MUYAO que destacaban sobre el resto escalaron posiciones y accedieron a cargos de cierta responsabilidad, como el de cabecilla. Por otro lado, la organización terrorista contaba con una amplia red de contactos, como traficantes de armas, que en raras ocasiones pude ver, o personal sanitario, que no necesariamente formaban parte integral de MUYAO, sino, más bien, parece que se les contrataba para ocasiones específicas.

En cuanto a la procedencia, la mayoría de los terroristas que conocí eran malienses, quizás incluso la mitad. En segundo lugar, destacaría a los nigerinos (de Níger) y a los mauritanos, y como grupos minoritarios, cabría señalar la presencia de libios y saharauis. En cuanto al idioma, la mayoría hablaba árabe, aunque un porcentaje importante hablaba tamashek (como se le llama de forma genérica a las lenguas de los tuaregs). De hecho, el idioma junto a la identidad cultural, y no la nacionalidad o procedencia, era el principal factor diferenciador en el seno del grupo, especialmente por lo que se refiere a los tuaregs, que se solían relacionar mucho más entre ellos e incluso podían llegar a dormir separados del resto. Parece claro que, para algunos tuaregs (los cuales procedían esencialmente de Níger), el idioma suponía una barrera, puesto que no manejaban bien el árabe. En definitiva, las señas identitarias de las distintas culturas que se entremezclaban marcaban líneas de separación invisibles y difícilmente perceptibles para mí.

Un caso especial es el de los nigerianos (1). Aunque desde mis primeros días en cautiverio supe de la presencia residual de nigerianos en MUYAO, fue a partir de la declaración de independencia de Azawad (zona septentrional de Malí), que vino acompañada de una llamada para hacer la Yihad en el norte de Malí, cuando su presencia aumentó exponencialmente. Llegaron a constituir células compuestas exclusivamente por nigerianos, los cuales, cuando se juntaban con el resto de los componentes de la organización yihadista, tenían serios problemas de comunicación. Cabe mencionar, y así nos lo hicieron constar directamente, que no congeniaban con el resto del grupo, puesto que consideraban que lo único que los otros hacían era “comer y dormir” y ni entrenaban ni hacían la “guerra santa”, motivo central de su venida al norte de Malí. Aunque nunca quisieron admitir a qué organización pertenecían, deducimos que posiblemente eran miembros de Boko Haram.

Por lo que respecta al número de combatientes que conformaban MUYAO no me fue posible llegar a tener una estimación aproximada, lo que sí resultaba evidente es que durante mis últimos meses de secuestro (entre mayo y julio de 2012), y como consecuencia directa de la declaración de independencia de Azawad, la adhesión de nuevos miembros aumentó notablemente. Aparentemente era tan sencillo entrar como abandonar el grupo, y en casos excepcionales, por mala conducta o mal ejemplo reiterado, podían ser expulsados. En términos generales, pude percibir que las personas que se reclutaban o se adherían durante los últimos meses tenían una menor formación religiosa y eran menos estrictos con respecto a los principios del islam, lo que, a nivel práctico, provocó cierta anarquía en el quehacer diario de la organización terrorista. También era obvio que la edad media de los combatientes disminuyó. Si durante el primer medio año de secuestro, los chicos más jóvenes que conocí tenían entre 14 y 15 años, algunos de los cuales eran los hermanos menores de otros miembros del grupo, los últimos meses empezaron a reclutar a chicos de hasta 12 y 13 años.

En esta línea cabe abordar la cuestión de las motivaciones personales. Si bien una parte de los yihadistas eran fanáticos y estaban dispuestos a morir por el islam, otros se referían a su militancia a MUYAO como si fuera una mera actividad profesional, y a sus ausencias como si fueran vacaciones... Un claro reflejo de este hecho era que la instrucción religiosa variaba mucho en función del grupo que me tocaba, siendo algunos muy estrictos en cuanto a horarios de lectura y enseñanza del Corán, mientras que otros solamente se dedicaban a rezar las cinco veces obligatorias al día, pero ni estudiaban ni leían el Corán. A destacar : uno de los terroristas me confesó que muchos de sus compañeros conocían muy poco sobre el islam. En este sentido, me pareció muy significativo que, en más de una ocasión, me preguntaran y se interesaran por la posibilidad de ir a Europa a trabajar, puesto que algunos de los miembros que conocí no percibían dinero o solo cuando se ausentaban para visitar a sus familias. En cualquier caso, se debe tener en cuenta que pertenecer a una organización yihadista les otorgaba cierto estatus social, comían tres veces al día y carne una o dos veces a la semana, lo cual no es común en el norte de Malí.

En relación con la instrucción militar de los yihadistas, por lo que pude apreciar, era bastante pobre. Prácticamente nunca realizaban ningún tipo de ejercicio físico y, como mucho, una vez a la semana hacían prácticas de tiro. Cada terrorista tenía su propio Kaláshnikov y compartían otro tipo de armamento, como lanzagranadas y ametralladoras de gran calibre, algunas adaptadas en la parte trasera de los vehículos pick-up. Sin embargo, tras la ocupación del norte de Malí por parte de los tres principales grupos yihadistas en la región (AQMI, Ansar Dine y MUYAO), contaban con armamento más moderno y con vehículos blindados que habían sido arrebatados al Ejército maliense. Precisamente, la derrota del Ejército maliense marcó un punto de inflexión en la moral de los combatientes, los cuales empezaron a presumir de su capacidad militar y, al menos desde la militancia de base, estaban ansiosos y exultantes ante la posibilidad de una intervención armada de la Confederación de Estados de África del Oeste (CEDAO) y/o de Francia, pues estaban convencidos de poderlos derrotar.

Una vez detallados algunos de los aspectos generales de la organización terrorista, procede describir el funcionamiento diario de MUYAO a los niveles que pude apreciar. En primer lugar, hablaré de la actividad diaria en los campamentos. Por campamento me refiero a instalaciones temporales a cielo abierto donde nos establecíamos por periodos mínimos de un día hasta periodos de casi dos meses. Generalmente, los campamentos de media o larga duración se solían levantar en áreas poco visibles desde la lejanía ; zonas frondosas, valles o al menos espacios abiertos con elevaciones de terreno aisladas que pudieran servir como punto de vigilancia. El aprovisionamiento de agua era una factor esencial para elegir un emplazamiento, por lo que estos asentamientos provisionales solían estar entre una media hora y una hora en coche de los pozos de agua, excepto en época de lluvias, en que solíamos acampar cerca de charcas de agua. En cuanto a la distribución de espacios en el seno del campamento, se designaba una zona para cocinar, otra para almacenar la comida (aunque a veces se quedaba en el coche) y otra zona para el rezo. Con respecto a nuestras necesidades, no había una zona establecida, sencillamente nos alejábamos un poco del campamento.

Como organización terrorista en guerra abierta contra el Estado maliense, los campamentos estaban regidos sobre la base de una serie de medidas de precaución y seguridad. Para empezar, durante los primeros meses de cautiverio realizaban guardias ininterrumpidas (por turnos de una hora) desde el punto más elevado cercano al campamento, donde construían una pequeña pared semicircular a base de piedras amontonadas y cubierta con unas ramas para tener sombra y ocultarse. Cuando el guardián advertía algún peligro solía efectuar un disparo al aire, lo cual por un lado ponía en alerta al resto del grupo y, por otro lado, advertían al vehículo o las personas que merodeaban cerca del campamento para que se alejaran. Sin embargo, tras ocupar todo el norte de Malí, aparentemente se sentían más seguros y las guardias desaparecieron.

Otras medidas que se tomaban estaban directamente relacionadas con el camuflaje de los campamentos para no poder ser divisados, ni desde la lejanía ni desde el aire, por parte de los aviones militares que rastreaban la zona. En este sentido, cada vez que se oía el motor de un avión militar, los terroristas corrían apresuradamente para esconder todos los objetos metálicos (teteras, ollas, platos, etc.) que pudieran reflejar los rayos del sol y se escondían debajo de árboles y arbustos. Por las noches, si se acercaba un avión y había algún fuego encendido, se apresuraban a apagarlo o a ocultarlo con una manta que cogían por cada uno de los extremos para evitar que el fuego fuera visible desde el aire. Otra medida de precaución durante la noche estaba relacionada con el uso de las linternas, las cuales solamente podían alumbrar hacia suelo y nunca en horizontal. También se llevaban a cabo acciones para despistar o crear confusión, puesto que en algunas ocasiones, abandonábamos un campamento al anochecer para pernoctar en un lugar relativamente cercano y, a la mañana siguiente, volvíamos al mismo campamento.

Del mismo modo, existían medidas específicas de precaución y seguridad durante los desplazamientos. En este aspecto, durante los trayectos de largo recorrido se solían juntar una caravana de entre tres y cinco coches, los conductores se comunicaban entre sí con walkie talkies y solían manejar GPS para encontrar el lugar de destino o lugares de encuentro en unas coordenadas pactadas o conocidas previamente. En múltiples ocasiones, estos desplazamientos se realizaban de noche y, a veces, cuando la luz de la luna era intensa, conducían con las luces apagadas. Igualmente, solo durante los desplazamientos se utilizaban los teléfonos vía satélite y nunca en los campamentos o en emplazamientos en los que pudiéramos permanecer unas horas. Específicamente, durante los primeros días de huida tras secuestrarnos, se tomaron medidas concretas para intentar despistar a los militares saharauis y argelinos que nos perseguían : a destacar, la quema del primer coche en el que nos secuestraron y los cambios de neumáticos para eliminar el rastro que dejábamos sobre la arena e intentar confundirlo con otros rastros.

Para concluir esta descripción, solamente cabe subrayar mi propósito de aportar una perspectiva singular sobre algunos aspectos particulares y algunas de las dinámicas internas (posiblemente las más desconocidas) de este tipo de grupos terroristas. 

 

NOTAS :

(1) Originarios de Nigeria. Cabe distinguirlos de los nigerinos, originarios de Níger.





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